miércoles, 11 de mayo de 2011

Incidencias de la política sudamericana en la elección peruana

 El Perú ha sido un país históricamente importante en el equilibrio de poderes en América del Sur. Inicialmente habitado por civilizaciones que conocieron altos niveles de desarrollo y que dominaron grandes extensiones geográficas en la región, se constituyó posteriormente en el virreinato más poderoso de la misma. Por esa misma razón, en las luchas independentistas el Perú fue el último bastión lealista y fue el país clave para garantizar la expulsión definitiva de España del subcontinente. Posteriormente, la inestabilidad política y las derrotas militares se encargaron de mermar la influencia de este país en las relaciones sudamericanas. Sin embargo hoy, en la gesta de un gran proceso de desarrollo que ya se ha iniciado en el país, el Perú vuelve a cobrar una especial relevancia por su posición geográfica central, por su apertura comercial que permite utilizar al país como plataforma exportadora para inversionistas de todo el mundo y por la abundancia y variedad de sus recursos mineros y energéticos. Pero eso no es todo lo que le importa al vecindario. Hay una razón de fuerza, extremadamente negativa, que motiva a unos y a otros a intentar arrancharse el proceso de desarrollo del Perú: las ideologías. ¿En qué medida el contexto de confrontación ideológica que vive América del Sur puede influir en las elecciones peruanas? ¿Qué nivel de incidencia tienen los países de la región en la decisión que tienen que tomar los ciudadanos peruanos este 05 de junio?

En momentos en que el mundo avanza hacia el multilateralismo, dejando atrás la bipolaridad de la guerra fría, Sudamérica parece no haberse dado cuenta que ya se derrumbó el muro de Berlín. Si bien el espectro político tiene sus matices, en Sudamérica se delinean 3 grandes “modelos” de desarrollo: el capitalista-liberal, el social-demócrata y el “socialismo del siglo XXI”. Al primero pertenecen Chile, Colombia y Perú, al segundo Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil y al tercero Ecuador, Bolivia y Venezuela. Existe un alto nivel de confrontación ideológica entre los capitalistas-liberales y los socialistas del siglo XXI. Por su parte, los social-demócratas han logrado construir algunos vasos comunicantes con los otros dos modelos.

Sin duda, el grupo más dinámico de estos países es el capitalista-liberal, que ha dado pasos muy concretos con respecto a su integración: los tres tienen tratados de libre comercio entre sí, las bolsas de valores de los tres países están en proceso de unificación y recientemente en Lima han firmado, junto con México (y posteriormente Panamá) el acuerdo del Arco del Pacífico, espacio de integración que logra un PBI más alto que el del MERCOSUR.

Los países que experimentan el socialismo del siglo XXI también han buscado un intenso proceso de integración al crear el ALBA y firmar una serie de acuerdos comerciales y de intercambio que se erigen como una alternativa a las relaciones con Occidente, consideradas asimétricas y por ende, contrarias a los intereses de Sudamérica. 

Los países social-demócratas en realidad pertenecen al MERCOSUR, espacio que parece haber logrado conseguir una tendencia política unificada - todo lo contrario de lo que ha sucedido en la Comunidad Andina -, cuentan con Brasil, un claro líder regional y motor central de la economía del Cono Sur, que prácticamente ha creado un modelo de desarrollo propio.

Pues todos estos grupos han tenido, directa o indirectamente, una influencia concreta en el proceso electoral peruano.

En primer lugar está el viejo conocido Hugo Chávez, quien tiene una simpatía innegable por el candidato Ollanta Humala, quien a su vez nunca se ha mostrado dispuesto a expresarse negativamente del militar venezolano y con cuya experiencia política tiene muchísimas coincidencias, a decir de su plan de gobierno (su descarga está disponible desde este blog). Esta vez, a diferencia del 2006, Chávez ha decidido mantenerse al margen de la campaña electoral y únicamente ha declarado que Humala es un “buen soldado”.

Seguidamente tenemos al muy popular presidente brasileño Lula, quien no se ha pronunciado en ningún momento sobre la campaña peruana, pero que se encuentra muy presente en el imaginario político local, dado que ambos candidatos, aunque particularmente Humala, lo hayan citado como ejemplo de éxito en la región, siempre cuidándose de deslindar en lo formal con la idea de seguir modelos extranjeros, pero afirmando sustancialmente que quieren parecerse a él. Se especula, además, con una próxima visita al Perú de Lula, y pareciera que Keiko Fujimori no tiene la intención de quedarse fuera de la foto. Sin embargo, mayoritariamente, el imaginario colectivo peruano asocia a Humala con Chávez en un mayor grado que con Lula. Este discurso ha calado mucho más en la prensa internacional que a nivel nacional.

Finalmente debemos contar la intervención sutil, y no tan sutil, del bloque capitalista. La cumbre de Lima para la firma del Arco del Pacífico en plena segunda vuelta, dio tribuna a una nota de prensa del gobierno mexicano exhortando a los candidatos a la segunda vuelta a continuar el desarrollo de las políticas de integración, claramente liberales, emprendidas por los países signatarios de este acuerdo. Sin embargo es la muy reciente intervención del ex presidente colombiano Álvaro Uribe, vía Twitter, la que aporta los últimos condimentos a la campaña electoral peruana: Uribe afirma que la información difundida por el International Institute for Strategic Studies (ISS) confirma que Hugo Chávez participó en el financiamiento de la campaña electoral de Ollanta Humala en el 2006. 

Sin duda el bloque que logre atraer al Perú a sus filas tendrá mucho por ganar: una plataforma exportadora y productora de recursos energéticos y mineros, un mercado dinámico para invertir, un país que tiene una enorme brecha de infraestructura que tendrá que ser recortada, además de los clásicos beneficios geoestratégicos que brindan los acercamientos entre países. 

Sin embargo el elemento faltante de esta ecuación es el prestigio, elemento que tiene un rol importante dentro de las relaciones internacionales. Pero ¿prestigio de qué? Pues muy probablemente el Perú vaya a ser el próximo “modelo de éxito” como ya lo han sido Chile y Brasil más recientemente. La pobreza viene reduciéndose a grandes pasos, el presupuesto del Estado crece año a año, los diferentes índices socioeconómicos son cada vez mejores, por lo que es bastante probable que el país logre superar sus lastres eternos e ingrese al palmares de los países que, en efecto, sí se están desarrollando. Hace falta tener estrategias focalizadas e incidentes para luchar frontalmente contra la pobreza, pero éstas se van a ir implementando progresivamente en la medida en que el país cuente con los recursos necesarios, situación que ya ha empezado a darse. Por ello el prestigio será para los respectivos modelos defendidos por los grupos ideológicos existentes y puede, particularmente, revitalizar a los países del ALBA que no vienen demostrando indicadores tan sólidos como los países liberales-capitalistas. 

Brasil, por su parte, tiene intereses más de orden geopolítico; necesita tener un dominio político y económico sobre el vecindario para proyectarse de manera más sólida hacia el mundo con una esfera de influencia claramente establecida, razón por la cual en ciertas ocasiones el gobierno brasileño no simpatiza con los impulsos mesiánicos de los bolivarianos. Además el Perú puede ser una gran fuente de energía para Brasil y su mercado es visto con gran interés por el gigante vecino quien busca colocar cada vez más productos con valor agregado en mercados de la región. La integración ya ha comenzado con la construcción de las carreteras interoceánicas y con la firma de acuerdos de integración energética.

Si bien estos juegos de poder aparecen más o menos claros en el panorama político actual, aun no está claro el nivel de influencia que pueden tener en el electorado nacional, el que sí reaccionó en el 2006 a la injerencia chavista, diciéndole no a su candidato en el Perú. Hoy las cosas están más edulcoradas, aunque algunos como Uribe intentan desempañar las vitrinas. Se entiende, porque Colombia tampoco puede permitirse aislarse por todos los flancos. 

El vecindario está pues alborotado y expectante, aunque los peruanos no se den tanta cuenta de ello. A fin de cuentas, hay muchos a quienes no les conviene un verdadero modelo peruano de desarrollo exitoso y eso tiene mucho que ver con las mezquindades ideológicas que parecen encontrar eco en estos rincones del planeta, mientras que para el resto del mundo la caída del muro de Berlín es un hecho cada vez más lejano.

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