viernes, 22 de julio de 2011

¿Se viene la Gran Transformación?

En esta semana se han venido presentando los distintos nombres definitivos para el gabinete ministerial de Ollanta Humala y estos han sorprendido a más de uno. Si bien los nombres difundidos a los medios generan consenso entre los grandes gremios empresariales y los poderosos conglomerados de prensa, cabe preguntarse qué tan real será la “Gran Transformación” prometida por Humala en su campaña y cómo podrá conciliar sus promesas electorales, más cercanas a los sindicatos, con la realidad pragmática de su gobierno, al parecer cada vez más alineado con el empresariado y el status quo nacional.




Cuando Ollanta Humala anunció que Julio Velarde permanecería en la presidencia del Banco Central de Reserva, mucho de lo que hoy vemos como realidad parecía ya encaminado a serlo. Parece poco probable que Velarde, brillante economista que ha sabido lidiar con excelentes resultados el importante crecimiento económico del Perú, manteniendo tasas de inflación dentro del rango meta (con excepción del 2008, año excepcional por la crisis internacional, en la que Perú tuvo igualmente uno de los mejores resultados a nivel internacional en cuanto a inflación y crecimiento se refiere), hubiese aceptado el cargo sin preguntarse qué otros personajes iban a conformar el gabinete de Gana Perú, particularmente quién iba a ocupar la cartera de economía.

Y es justamente Luis Castilla, uno de los economistas liberales más ortodoxos, quien ocupará ese súper ministerio que es el MEF. Castilla es un hombre técnico con gran experiencia en el manejo de la economía y las finanzas, no solamente desde instituciones internacionales como el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento, sino también desde el propio Ministerio, en el cual ha ocupado direcciones y el Viceministerio de Hacienda. Castilla sabe bien cómo funcionan los delicados engranajes de la economía peruana y siente un respaldo en el manejo inflacionario por parte de Velarde. Éste, a su vez, sabe que no habrá farra fiscal con Castilla, reconocido “mano dura” en su sector.

Pues bien, si la “Gran Transformación” no se dará en el manejo macroeconómico, ¿en qué plano podremos esperar reales metamorfosis? 

En Energía y Minas, Descalzi es un conocido del sector, ha ocupado el cargo bajo el mandato de Toledo y, si bien es partidario de una mayor participación impositiva por parte de las empresas mineras, no es un defensor de las nacionalizaciones ni de otras aventuras riesgosas que pondrían en jaque a la gallina de los huevos de oro del Perú. Más bien lo que se le critica es su especialización académica, orientada hacia el aspecto energético lo cual, considero, es más bien algo positivo, puesto que el Perú tiene un enorme potencial en ese ámbito. La negociación con las empresas mineras para cobrar el impuesto a las “sobreganancias” prometidas en campaña no será fácil, pero se hará teniendo en cuenta la competitividad del sector a nivel internacional, lo que es una importante señal de moderación y tranquilidad.

A nivel de las Relaciones Exteriores, se hubiese podido esperar una personalidad más afín al bloque de izquierda que está compuesto por los países del ALBA, o incluso una voluntad más concreta de integrarse activamente a espacios en los que el Perú no ha sido protagonista, como UNASUR. Sin embargo el nombramiento de Rafael Roncagliolo a esta cartera es una excelente noticia para los moderados y los conciliadores, puesto que el sociólogo es un negociador nato, que no genera anticuerpos y que, más bien, puede integrar mucho mejor al Perú con sus vecinos, al margen de las ideologías imperantes, dando continuidad a los trabajos profesionalmente llevados a cabo por la Cancillería o asuntos de su competencia como el litigio marítimo contra Chile que se desarrolla en La Haya. Si a esto le sumamos la reciente incorporación prácticamente confirmada de José Silva Martinot, ex presidente de la Asociación de Exportadores al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, y las declaraciones de Humala en México a favor que el Senado de ese país ratifique el Tratado de Libre Comercio con el Perú, pues podemos reafirmar que el Perú continuará la senda aperturista trazada desde hace ya 20 años.

En Defensa, Vivienda y Transportes, asumirán ministros pertenecientes a Perú Posible, lo que también es signo de continuidad, al margen de las críticas (acertadas o no) que se le han venido señalando a Daniel Mora por su supuestamente oscura trayectoria en el Ejército y sus supuestas vinculaciones con el general (r) Hermoza Ríos. Cabe, eso sí, preguntarse por qué Humala juró frente a la biblia que asumiría un civil en Defensa e Interior cuando es finalmente un militar el que lo hará…

En Medioambiente, Humala ha escogido muy bien ya que Ricardo Giesecke, más allá de las acusaciones de peculado a las que debe responder con firmeza y transparencia, es un hombre competente, que tiene un gran conocimiento sobre la materia y que, además, ha defendido posiciones sumamente coherentes con el desarrollo nacional, como la moratoria del ingreso de transgénicos al país y la defensa de la biodiversidad nacional.

En Educación, Nicolás Lynch es un importante referente de la izquierda peruana que ha sabido consensuar y ser moderado en sus posturas, lo que le permite tener un amplio nivel de diálogo entre todas las partes, incluido el SUTEP. Esperemos que no se dé marcha atrás en el proceso de la ley pública magisterial que tanto le ha costado sacar adelante al país y que, de hacerse modificaciones, se hagan para mejorar el proceso y siempre en pos de la meritocracia. Pareciera que Lynch es una persona indicada para liderar ese proceso y sacar al Perú de las últimas casillas en materia educativa en nuestra región. 

Donde todo parece indicar que sí habrá modificaciones es en los sectores sociales. Es conocida la actitud militante y, muchas veces, prepotente, de la futura ministra de la Mujer, Aída García Naranjo. En alguna ocasión reciente incluso criticó la flexibilidad laboral peruana, por lo que fue llamada al orden por los miembros del partido nacionalista, a sabiendas del manejo social y económico que Humala pretende instaurar a través de lo que él bien llama “la concertación nacional”. Sin embargo, la presencia de Kurt Burneo en un nuevo ministerio de “Inclusión Social” que manejará los diversos programas sociales que pretende instaurar el gobierno Humalista es la principal novedad. Por el momento Burneo asumirá el ministerio de Producción, desde el cual se ejecutarían los programas sociales a la espera que los tiempos burocráticos nacionales permitan la creación del nuevo ministerio.

Pero, ¿es este cambio la “Gran Transformación” que la gente esperaba? No. No lo es.  Si bien muchos de nosotros estamos de acuerdo con el giro más social dentro del modelo económico que plantea Humala, la mayoría del pueblo espera resultados concretos como gas a 12 soles, apoyo a los sindicatos, condiciones más duras para la actividad minera y una serie de reivindicaciones que le darían resultados electorales en el corto plazo pero que serían un grave escollo para los procesos de desarrollo. Lo que Humala propone es reforzar el aspecto social de un modelo que ha venido dando importantes resultados. Pero esta propuesta no se centra en ninguna “Gran Transformación”, ni estructural, ni superficial siquiera…

Lo que sí es crucial para el éxito de su gestión es lograr aumentar el nivel de eficiencia de los entes del Estado que trabajan directamente con la población, ya que es a través de éstos que la población percibe la insuficiencia y las limitaciones del Estado y se muestra poco complacido por la labor gubernamental, en general. Eso es lo que ha costado a Toledo y a García tantos puntos de popularidad. 

Humala tiene entonces una gran probabilidad de hacer un gobierno exitoso y de contribuir con el desarrollo nacional. Su principal reto será lidiar con todos los conflictos sociales existentes y con aquellos que aparecerán en la población que espera un cambio radical en sus vidas, lo que evidentemente no sucederá en el corto plazo, frustrando las altísimas expectativas que tiene una buena parte de la población sobre la capacidad de gestión y la generación de un “cambio” inducido por el presidente electo y su equipo. Para ello lo más importante es que el gobierno entrante comunique permanentemente y de manera clara lo que pretende hacer, lo que está haciendo y lo que va a hacer, así como los principales resultados, sus tiempos y sus efectos en la población. En caso contrario se arriesga a que muchos lo tilden de “continuista” y que eso pueda, a la postre, mermar su popularidad y motivar cambios más radicales en su administración.

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