martes, 21 de junio de 2011

Humala vs Humala: breves consideraciones para no empezar con el pie izquierdo

Mientras los medios de comunicación tradicionales, los principales gremios empresariales, ciertas personalidades políticas influyentes y algunos liberales ya han hecho su respectivo desfile de besamanos al presidente electo Ollanta Humala, el grupo de transferencia de gobierno va tomando cartas en el asunto, empapándose de la realidad nacional y programando el futuro gobierno humalista que está a poco más de un mes de asumir el mandato que el pueblo le ha conferido, eso sí, por menos de una cabeza. Si bien el discurso de Humala se ha moderado realmente, cabe preguntarse qué tan diestro será el comandante en la resolución de conflictos – porque se le vienen algunos bastante candentes – y qué tan ciertos pueden ser los mensajes que emite aquí y allá. La pregunta clave es: ¿La moderación de su discurso y sus tratativas con liberales y empresarios le permitirá una mayor gobernabilidad o, al contrario, las expectativas de los sectores más radicales de la sociedad peruana verán en esto último una suerte de traición a las raíces nacionalistas y significarán la guerra? 



                Más allá del patético accionar de ciertos personajes del empresariado y de la política peruana que se apresuraron en correr a Los Delfines para ver quién era el primer ayayero que le lustraba las botas al presidente electo, mucho sorprendió a varios de nosotros ver al presidente de la CONFIEP anunciar alegremente que estaba de acuerdo con la creación de una línea aérea de bandera, capricho presidencial que no tiene ni pies ni cabeza, particularmente a la luz de las tinieblas en las que cayeron todas estas iniciativas en este lado del continente… y lo anterior es sólo una pequeña muestra del comportamiento desinteresado y en pro del bienestar nacional que han demostrado los ilustres representantes de nuestra sociedad.


                Sin embargo, mientras estos actos de amor acontecían públicamente, en el otro rincón los verdaderos – o en todo caso los más antiguos – amigos del ahora presidente electo miraban atónitos cómo sus ansias de radicalismo y sus veleidades revolucionarias parecían perder brío e ímpetu. ¿Y qué pasó con la reforma constitucional? ¿Con la revisión de los Tratados de Libre Comercio? ¿Con la pertenencia al ALBA? ¿Qué acaso Humala se dejó bajar del tren a Caracas por que lo promovieron de categoría y le permitieron subirse en una línea área de bandera?


                Creo que aquí está el mayor peligro del gobierno de Humala: ¡el que baila con dos parejas en público, pues que se abstenga a las consecuencias! El primer ministro del gobierno entrante tendrá que ser sumamente meticuloso y necesitará de una gran habilidad de negociación para poder conciliar entre la CONFIEP y la CGTP, entre el MNI y los TLCs, entre el SUTEP y Vargas Llosa, porque si algo no tiene un militar en su hoja de vida es la capacidad de diálogo y de negociación pacífica que tanto necesita un país como el Perú.


                Ahora que ya se acabó la campaña y Humala prometió el oro y el moro, “sólo nos queda esperar” (está de moda la frase), aunque siempre recordando que no hay mayor odio que el de un amor despechado.  

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